La Cuarta Transformación, realidad o utopía

4tra transformación

Autor: Mtro. Ramón Giles López

Mucho se ha difundido que México está iniciando su cuarta transformación, sin embargo, desde mi punto de vista, tal transformación no puede cimentarse en la toma del poder por parte de un grupo de gentes que representan a su vez, a un partido político cuya bandera ideológica supuestamente “democrática”, es el populismo.

En ese orden de ideas, me permití citar textualmente la descripción que hace el autor (Deloya, 2005 [1]) sobre el populismo.

“El populismo es un concepto amorfo y polifacético que comprende un amplio espectro de actitudes, movimientos y programas políticos, que ha ido variando en el tiempo, lugares y circunstancias donde ha surgido. En el caso de los países latinoamericanos, el término se generalizó para designar a movimientos con fuerte apoyo popular pero que no buscaban realizar transformaciones muy profundas del orden de dominación existente, ni estaban principalmente basados en una clase obrera autónomamente organizada.”

Al populismo se le asocia con prácticas autoritarias, paternalistas y clientelistas, que han obstaculizado el desarrollo y la consolidación de los sistemas democráticos auténticos. En México, el clientelismo ha llevado a los partidos políticos a adoptar medidas que les aseguran triunfos electorales, principalmente en los barrios pobres, con altos índices de marginación y densamente poblados, basándose en la compra de votos a través de regalos diversos como: gorras, mandiles, paraguas, plumas, etc.; y una vez pasadas las elecciones, y que los candidatos de los partidos políticos llegan al poder, recurren a la práctica ancestral de otorgar apoyos o subsidios “a fondo perdido”, a través de diversos programas, que simplemente son paliativos y no atienden el origen del problema que supuestamente buscan solucionar.

Por ejemplo, para aquel candidato que durante su campaña llevó a cabo un acto público –con música y repartió tortas y refrescos- en el que regaló mil recipientes para separar la basura doméstica, seguramente contará con la aprobación y el voto de la mayoría de los beneficiarios de esos recipientes; pero por el contrario, sí el mismo candidato, hubiese gastado igual cantidad de recursos económicos para colocar tres contenedores de gran capacidad en un mercado o un una plaza pública, donde prácticamente, nadie notaría el beneficio y donde la acción, per se, tampoco llamaría la atención de la gente, seguramente no lograría la misma cantidad de votos a su favor.

Ahora bien, citando al periodista e historiador Héctor Aguilar Camil… ”Si uno se atiene no a las etiquetas de la historia patria, sino a los procesos de cambios profundos en nuestra historia, las grandes transformaciones de México no serían tres (Independencia, Reforma y Revolución), sino al menos cinco. López Obrador no estaría entonces en camino de intentar la cuarta, sino la sexta transformación de México.”

Pero dejando a un lado el turno que corresponda, la verdadera transformación, no se puede plantear como una venganza política, en la que por fin, “el pueblo” es el que importa y el gobierno –ahora sí- actuará en forma honesta y transparente. La transformación de una nación debe basarse en reformas auténticas que erradiquen prácticas ancestrales de corrupción e impunidad, que han metido en crisis a nuestra nación. Me refiero a la crisis de identidad, a la crisis de pérdida de valores, a la crisis de la pérdida de principios, de la falta del sentido de pertenencia y de nacionalismo auténtico. Esta crisis nos ha llevado a la desintegración del núcleo familiar, que es la base de cualquier sociedad civilizada “la familia”. La transformación de una nación será entonces, un proceso a largo plazo, fundamentado en la educación, el respeto, la tolerancia, la honestidad, los principios y los valores, cultivados todos ellos desde el seno familiar. Para empezar a gestionar el cambio, se requiere educar, combatir la violencia con libros, transformar a un país de ignorantes, en un pueblo de cultos, será entonces cuando en realidad empecemos la transformación de nuestra nación mexicana.

[1] Guillermo Deloya Cobián, Perspectivas del populismo en México, Miguel Ángel Porrúa, México, 2005, p. 85.

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