Por: Eduardo Daniel Hernández Gaona @dano_feat
y aún no me siento bien.
Gente murió el día que me entintaron,
nadie lloro, ni dijo nada al respecto.
La tinta está en mi dedo,
me recuerda lo tonto que fui,
me recuerda que soy un número,
un consumidor del rebaño.
La tinta está en mi dedo,
pero ni los indígenas, ni los discapacitados,
ni los migrantes, están integrados.
La tinta está en mi dedo.
Cuando me entintaron tenía esperanza,
aunque a punto de borrarse, la tinta resiste,
yo debí resistir.
Debí resistirme,
pero tantos colores,
tanta incertidumbre,
entintaron mi dedo.
Todos hablaban de entintarse el dedo,
o miraban el juego,
o trataban de comprar alcohol,
sin mucha razón.
La tinta en mi dedo,
es un tatuaje,
que me recuerda,
que solo un punto soy.
¿Quién festejó?
¿Los colores, las banderas?
¿Por qué no siento,
alegría, seguridad?
¿Pero que elegí?
¿Cambiar de dueño?
¿Cambiar de slogan?
¿Dónde se desentintan los dedos?
Me siento marcado, como con la esvástica,
como con una intervención telefónica,
ilegal, “desafortunada”.
Así me siento, tonto, engañado,
ni representado,
ni aliviado.