Por: Raúl Castell
“La única manera de ser feliz es que te guste sufrir” Woddy Allen
Frida Kahlo ha sido y es un personaje fundamental en la historia cultural, artística y social de México. Su obra pictórica, alineada y entendida, no es más que la historia de una vida tan fascinante como triste, tan impactante como misteriosa: una vida llena de dolor y de sufrimiento, de amor y felicidad. Frida fue una mujer rebelde que siempre actuó conforme a sus ideales y creencias; una mujer con una fuerza extraordinariamente grande, con alegrías y tristezas que se unían y se separaban conforme ella lo decidía; una mujer que soportó un dolor siempre tan presente, tan constante, tan demoledor; una mujer cuya vida y pensamientos fueron y son objeto de estudio, admiración, crítica y análisis; empero, la fama y la moda que se ha impuesto entorno a ella son un tanto injustas desde la perspectiva humana y artística.
Frida se dio a conocer siendo la esposa del gran genio Diego Rivera, sin embargo, empezó a ser celebrada y admirada como artista y como mujer en relación a su capacidad para desenvolverse en la sociedad y en la élite intelectual de su tiempo. Tuvo el talento para convertir todo su dolor y sufrimiento en las imágenes impactantes, hermosas y representativas del siglo XX.
Desde el inicio de su vida, Frida padeció los peores dolores físicos: a los 6 años de edad sufrió poliomielitis, a los 18 el terrible accidente en un tranvía la destrozaría por completo, originándole “fractura de tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas en pelvis, once fracturas en pie derecho, luxación de codo izquierdo, herida penetrante del abdomen producida por un tubo de hierro que entró por cadera izquierda saliendo por el sexo y rompiendo el labio izquierdo; una fractura de columna que pasó desapercibida por los médicos durante un mes” (1); en su edad adulta tuvo tres abortos, anorexia, infecciones de hongos en las manos y en los pies, lo que derivó en la amputación de su pierna derecha; fue adicta a drogas y al alcohol, y una constante relación caótica con todos sus amantes, especialmente con Diego Rivera. Por todo lo anterior, Frida creó un personaje de sí misma, acompañado de particular lenguaje para comunicarse con las demás personas.
Ese tan peculiar lenguaje pictórico y social, aunado de una vida llena de dolor, la llevo a ser un ejemplo claro de superación personal y lucha por la vida, y sobre todo, la llevo a ser un ícono internacional de moda, arte y amor. Su trabajo y su vida eran conocidos en Estados Unidos y parte de Europa, sin embargo, después de su muerte en 1954, su fama se disparó a América Latina y el resto de Europa. La publicación de la magnífica biografía escrita por Hyden Herrera y el hecho de que la cantante Madonna comprará sus obras, multiplicaron exponencialmente la imagen de Kahlo, que empezó a ser vista como un producto bastante redituable.
Resulta impresionante conocer las cifras que han dejado su obra y su imagen. En 1978, Mary Ann Martin, una extraordinaria galerista, organizó la primera subasta de pinturas mexicanas, y en 1979, las primeras grandes ventas de Frida llegaron a 20 mil dólares. Después de 1983, con la publicación de la biografía por Hyden Herrera, el valor de su obra subió hasta los 200 mil dólares; el cuadro “El retrato de Cristina mi hermana”, se vendió en 198,000 dólares y en el año 2001, éste cuadro alcanzaría el valor de 1,655,750 dólares. En el año 2000, la casa de subastas Sotheby´s, vendió “Autorretrato” pintando en 1929, en 5 millones de dólares, lo que representa el récord para Frida y para una obra latinoamericana. En mayo del año 2006, se subastó “Raíces” por 5,600,000 dólares.
El valor de sus cuadros se eleva cada día más por el hecho de que hay muy pocos disponibles en el mercado, la mayoría son propiedad de museos y además, Frida no pintó en gran cantidad debido a que ella no se dedicaba únicamente a pintar. Pero las ganancias no se limitan a sus obras y a unas cuantas personas: las ganancias del museo la Casa Azul y demás museos dedicados a Frida, las regalías que se pagan por usar su nombre o imagen, la ganancia de libros y de todas las artesanías, litografías y demás productos que son comerciados casi por cualquier persona son la prueba de que el valor económico de Frida aumenta diariamente.
Frida tiene materia para ser vendida y para ser comprada. El hecho de tan redituable éxito de su vida y obra reafirma la condición de símbolo que es, lo lamentable es que hoy en día el producto ha rebasado a la persona. La fama de Kahlo tiene dos caras: por un lado, se puede ver la imagen de Frida hasta en las tazas de baño, se interesa en su vida, en su obra, y comienza a leer sobre ella, a informarse sobre ella y sobre todo el contexto político-social-artístico del que fue parte, logrando una perspectiva informada y critica sobre la mujer Frida y el producto Frida. Pero por el otro lado, y quizá más común, la gente se estanca en la moda y el producto Frida, olvidando totalmente la vida de la persona. Si se conociera a la persona Frida, su historia, su vida y su obra, sería un producto mucho más redituable pero con una justificación razonable y con más valor. No se puede permitir que la ficción supere a la realidad y mucho menos, que una vida digna de conocerse, se reduzca a una playera estampada.
(1) Tibol Raquel, Frida Kahlo en su luz más íntima, Lumen, 2005, México.