Autora: Noemi Monroy Enriquez
Twiiter: @monroy_noemi
En días recientes los partidos políticos y candidatos independientes han presentado escuetamente sus proyectos de gobierno para nuestra Ciudad de México (CDMX). Entre ellos, el candidato priista, Mikel Arriola, que en su intercampaña se mostró enérgico con sus “tradiciones y valores”, pronunciándose en contra de la adopción homoparental y la legalización de la marihuana para fines recreativos. Al saberse expuesto, y criticado en distintos medios definió sus declaraciones como parte de su libertad de expresión, en virtud, de que dichos temas para él dividen a la sociedad y deben ser objeto de consulta ciudadana. Por lo que hace a la legalización de marihuana en esta ocasión no ejerceremos nuestra libertad de expresión. Sin embargo, por cuanto hace a la adopción homoparental, y el matrimonio entre personas del mismo sexo, es necesario ejercerlo. La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en diciembre de 2009 aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la adopción, la adquisición de créditos bancarios, entre otros derechos, y aunque hubo reacciones en contra, del PRI y el PAN, afortunadamente se legisló en pro a los derechos humanos. En aquella ocasión la participación ciudadana de nuestro Estado democrático, se hizo presente, resultando un rechazó al matrimonio y adopción homoparental. Resultado que dudo que en una nueva consulta y en pleno s. XXI cambie. Toda vez que en México el machismo no sólo se ha reflejado en la violencia contra las mujeres, sino también en la violencia en contra de la orientación sexual de hombres y mujeres. Es decir, todo aquello que se encuentre alejado de la masculinidad hegemónica es rechazado aún en nuestra sociedad mexicana, así también en nuestra progresista CDMX. En la cultura mexicana actualmente persiste la visión llena de estereotipos y prejuicios, que diferencia a los hombres de las mujeres, subsistiendo la defensa de una familia heterosexual, en la cual supuestamente permean “valores” que en las minorías ya no. Sin embargo, las minorías deben ser reconocidas y, respetadas de manera igual ante los principios de dignidad humana, no sólo con el reconocimiento de un Estado democrático, sino también con el reconocimiento de una sociedad “democráticamente participativa”. Atendiendo a lo referido por el candidato Arriola, la familia será su causa y eje de acciones. En su defensa someterá a consulta ciudadana la adopción homoparental, tema que divide a los ciudadanos de nuestra vanguardista CDMX. Es ahí, en dónde se presenta la incógnita ¿la participación y consulta ciudadana debe hacerse también sobre derechos humanos y los principios de la dignidad humana? En nuestra opinión en este caso, enérgicamente es un no, empero en la de nuestro candidato priista sí. Lejos de la confusión que pudiera generarnos respecto el qué y para qué es una consulta ciudadana, Arriola nos presenta un plan de gobierno, en el que deja los derechos humanos en manos de una sociedad aún llena de machismo. En la lucha electoral de nuestro candidato de presentarnos una democracia participativa, se le ha olvidado que el cuidado del interés superior de un menor, y una mejor opción de vida, no se encuentra sujeta al matrimonio heterosexual o homoparental de los adoptantes. Sino en el respeto, tolerancia, no discriminación, equidad, no violencia hacia nuestro prójimo con la que eduquemos y nos rijamos en nuestro núcleo familiar, porque son esos los valores que necesita esta Ciudad, sin importar la preferencia sexual de sus ciudadanos.