Autor: Eduardo Daniel Hernández Gaona.
Posgrado de la Facultad de Derecho, UNAM @dano_feat
¡Lenguas! Bajen de las sierras, salgan de las costas, de las planicies, de las selvas. ¡Lenguas! Ya no se escondan, recuperen lo suyo, recuperen lo nuestro… ¡Lenguas! Salgan del barrio, salgan de cada pueblo, que cada calle se entienda, que la ciudad se hable. ¡Lenguas! Hablen, no callen, caminen, corran, hagamos todos una sola lengua… La lengua, ¡no! el dialecto, el idioma, ha hablado. Se ha hecho escuchar por sus propios medios, por sus miedos. Desde sus orígenes, desde su sembrada obligada en el ombligo de la tierra, en el centro del mar, desde este lado la lucha ha sido constante y no sólo aquí, también al norte, al sur, más al sur… La lengua es un símbolo, es historia, es sangre, es orgullo, es deshonra, es un recuerdo tan presente de que existe la crueldad, pero también es la posibilidad de decir algo. La lengua puede salvarte la vida, puede salvar vidas, puede hacer justicia, puede sacarte de rico, puede meterte de pobre. La lengua te hace existir, ahora existo, ahora no. Con la lengua se puede ser el rey del mundo, se emocionan masas, se provocan orgasmos auditivos y sensoriales, se hace el amor. La lengua es rica, rica como un buen albur, como un buen dicho, como un doble sentido, como tú… El ritmo de la lengua va con el ritmo del corazón, por eso es sincera, la lengua no miente. Usar la lengua no cuesta, al igual que el viento se desliza por nuestra propia existencia, por ello cualquiera la puede utilizar, pero no todos lo hacen igual, y dime ¿quién habla bien? ¿quién habla mal? ¿quién nos calificará? ¿te gusta cómo hablo? Por eso yo, el marginado, el que no tiene nada, al que no pudieron cortarle la lengua (si acaso lograron sembrarle una diferente), hoy me apropio de su lengua, desde hoy es mí lengua. Por eso, la retuerzo, la uso para combatirte, la uso para hacer conscientes a mis otras lenguas, les advierto que las cosas no están bien, les digo que usen su lengua. Al niño que vive sumido en la miseria, que no tiene nada, cuando aprende a usarla, cuando la mama de su madre, la lengua se convierte en su único recurso. ¡Niño!, no importa cuál sea, utiliza tu lengua, no te avergüences niño, que esa es tu lengua. Aunque tú, grandísimo e invencible, quieras quitarme la lengua, aunque mates y trates de arrancarla de raíz, la lengua resistirá, ya se encuentra regada, ya sembré la semilla, no se puede detener. Un poco de a, un poco de z, suerte que la h no suena. De eso dependemos, de la pura suerte, de la pura lengua.