Ayer prendí el televisor

Autora: Berenice Monserrat García Robles

Posgrado de la Facultad de Derecho, UNAM parangona007@gmail.com

Ayer prendí el televisor, estaba el noticiero; anunciaba la marcha que los jóvenes habían hecho con motivo de los 43. Son tres años; tres años de ausencia; tres años de no saber dónde están; ¿estarán aún o ni polvo serán?
Como suelen hacer los noticieros en su noticiario cuando se trata de marchas, se descalificó, se satanizó y se estigmatizó: “grupos de pandilleros arremetieron contra monumentos, edificios y establecimientos”. Me pregunto ¿alguno de ellos ve la verdad? ¿alguno de ellos ve el fin? ¿alguno de ellos sabe quiénes son realmente los que hacen pandillerismo? Y si lo saben ¿no les dan ganas de gritar la verdad en vez de informar una MENTIRA…
La sociedad, lo que un compañero (mi compañero de aventuras) denomina “caja de zapatos” nos ha ‘enseñado’ a que no siempre se puede decir lo que uno piensa, lo que uno siente, lo que uno ve. Es entonces que nos volvemos en un simple amasijo, un títere que baila al son de las cuerdas manejadas por los otros, por ellos ¿Y qué hacemos? Lo que he visto es que solo algunos -los más aguerridos- alzan la voz, van y luchan por eso que todos vemos, pero preferimos callar, callar y callar como si nuestro silencio se volviera indiferencia, conformismo, ausencia. Y justo ellos (los aguerridos) son los señalados, los pandilleros, los agresivos, los malcriados. Como si hablar, si combatir, si manifestar fuera un pecado, un atentado o más aun un delito…
Alguna vez leí que existe algo llamado “libertad de expresión”, creo que fue un sueño, una utopía, un déjà vu. Estas tres palabras significaban poder decir lo que sientes, lo que piensas, lo que ves, lo que quisieras, lo que no quisieras -siempre y cuando no dañes a terceros- sin temor a ser reprimido, a ser callado, a ser señalado o en el peor de los casos a ser extinguido…
Yo quisiera saber que no fue un sueño, que la libertad de expresión sí existe, que la debemos salvar de los demonios opresores para asentarla en la realidad. Así que te propongo que luchemos por eso parece tan lejano: las palabras de protesta, las letras que muestran inconformidad y así podamos trascender sin que nadie nos oprima o suprima…

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